El PP propone expresar al Gobierno de la Nación el apoyo del ayuntamiento de Totana en defensa del orden constitucional vigente y la unidad de España

El Grupo Popular va a presentar una moción para que se exprese el apoyo del Pleno del Ayuntamiento de Totana al Gobierno de la Nación en defensa del orden constitucional vigente y de la unidad de España.

En la moción popular, también se solicita a los diferentes grupos parlamentarios del Congreso de los Diputados y del Parlamento de Cataluña que no promuevan iniciativas ilegales o rupturistas sin amparo constitucional, fuera del ordenamiento jurídico que atenten contra la convivencia de los ciudadanos.

Según se expone en la moción, la celebración de la Diada de Catalunya, el 11 de Septiembre, se ha convertido, cada año con más vehemencia, en un escaparate independentista promovido por el Gobierno de la Generalitat, con la connivencia y promoción de algunos partidos políticos que integran el Parlamento en esta comunidad autónoma española.

En los últimos años, la Diada ha sido el escenario idóneo para escenificar la vía separatista promovida por algunos partidos políticos con el fin de proyectar al resto de España y de Europa su espíritu independentista; y un espejo ejemplificador de la falta de integración y de respeto a los ciudadanos que se sienten catalanes y españoles igualmente, queriendo dar una imagen distorsionada de la realidad.

Par el PP, la situación en Cataluña hace que, cada año, la Diada se convierta en la fiesta de la división y la confrontación, siendo utilizada por el Gobierno catalán como una herramienta independentista, separatista, muy grave que está afectando seriamente a la convivencia entre los ciudadanos catalanes y entre comunidades autónomas.

El Gobierno catalán ha entregado los históricos símbolos del pueblo catalán a unas organizaciones que son claramente separatistas. Parece obvio, pero sólo el respeto a las instituciones democráticas, la lealtad al ordenamiento constitucional que ampara el ejercicio de nuestros derechos y libertades y el diálogo ejercido exclusivamente en el marco de la Ley pueden garantizar la convivencia ciudadana dentro de un estado de Derecho trabajando conjuntamente por un proyecto común que es España en el marco europeo y mundial, en el que Cataluña tiene un papel fundamental.

En todo el mundo se tiende a proyectos de unión y a que cada vez haya menos fronteras; y eso es lo que los partidos políticos catalanes debieran comprender: que es mejor seguir como estamos y ser lo que somos, catalanes y españoles, que llevamos 500 años de convivencia en un proyecto común y que debemos seguir así cientos de años más.

Este año la celebración de la denominada "Vía Catalana hacia la Independencia" - una cadena humana de unos 400 kms. en Cataluña promovida por la asociación independentista Asamblea Nacional Catalana con el objetivo de reivindicar la independencia de Cataluña- y la consulta ciudadana o referéndum soberanista son acciones que se vienen sumando al debate político propagandístico de los separatistas y al órdago soberanista.

El discurso populista promovido por los partidos catalanistas y separatistas de que España tiene la culpa del desgobierno nefasto para los catalanes en época de crisis resulta oportunista. Es evidente que la situación actual de Cataluña respecto a su economía o a sus servicios públicos no viene determinada por su pertenencia a España, sino por sucesivos gobiernos que han gestionado muy mal la economía, que sólo se han dedicado a hacer política de identidad y se han olvidado, cuando no menospreciado, las necesidades básicas de la sociedad catalana.

El sistema político actual, que ha funcionado durante más de tres décadas, tiene, para el PP, tres patas fundamentales: Europa -justamente el factor que está produciendo cierto vértigo en Cataluña-, una democracia representativa que quizás tenga "defectos" pero sin una alternativa solvente y una "realidad constitucional que hoy por hoy sigue siendo válida.

El PP defiende una Cataluña sin exclusiones que continúe en España porque hay que abogar por un Estado sin complejos donde su unidad e identidad no es incompatible con la realidad de Cataluña sino perfectamente complementarias.