Eran sobre las 14 horas y suena el teléfono de mi casa.

- Alo, ¿Dígame?- pregunto con mala gana imaginando lo que seguía.

- ¿Es usted don Juan José? Soy fulanita, de la compañía de seguros "La Previsora" (nombre figurado para no herir susceptibilidades). Mire le llamo para hacerle una oferta...

- Perdone, señorita, no me interesa- Me arrepiento de no haber dicho que era el Mayordomo y los señores estaban de Crucero por el Adriático.

- Pero... si todavía no le he dicho la oferta...

- Ya lo se, pero señorita es que no me interesa nada... Bueno, diga usted que la escucho.

- Es que tenemos una "fabulosa oferta" del seguro de Decesos (Muerte y demás). ¿Usted tiene seguro de Decesos?

- Si, señorita, mi madre, cuando nací, antes de pensar en bautizarme como buena cristiana, me aseguro el entierro. Siempre me dice que vine al mundo muy canijo y con mal color. Y el entierro le podía salir por un pico entonces. De manera que yo tengo mi entierro pagado a estas alturas y sigue mi madre abonando la minuta religiosamente a la compañía "Equis" (nombre figurado).

- Pero bueno, don Juan José, igual a usted le interesa nuestra oferta...

- Mire, le voy a ser sincero: Tengo un pie aquí y el otro mas allá y para mi la muerte es un tramite bastante engorroso. Si me asegura su compañía, el negocio puede ser ruinoso por lo sofisticado que quiero sea mi despedida de este mundo y las pocas cuotas que voy a pagar.

- Claro, claro... (la chica empieza a titubear y parece que la conversación comienza a no interesarle)

- Mire usted lo que le digo. Hasta mis enemigos políticos en las reuniones comentan que estoy tardando mucho en morirme. "Una prima mía, que tenia la misma enfermedad se murió en seguida. Y el Cánovas, ahí aguantando y dándonos castigo..", se lamentaba la Chela hace unos meses.

- Entonces, lo mejor es que siga usted con su compañía...

Y esa es la despedida de la vendedora. No se si habrá escuchado mis deseos que encuentre clientes mejores que yo en sus llamadas.

26 de agosto de 2014