Mobel, 43 años de vida con puntos suspensivos…

Adrián Molino, propietario de Mobel, habla desde el momento presente de una empresa que no toca techo. Pero en esta actualidad hay un pasado, un poso de historia largo y denso que llama a las puertas de varias décadas.

“Sigue subiendo la exigencia, el paso al World Tour con el equipo ciclista Cofidis ilustra ese salto y seguimos poniéndonos al día cada jornada. No buscamos crecimiento rápido, vamos paso a paso, año a año, mejorando en todos los aspectos”.

Su padre, Bartolomé Molino, nos lo recuerda: “Bueno, corría el año 1981, tiempos en los que el deporte individual amateur apenas existía. No era el caso de los deportes de equipo, siempre con el fútbol como el rey”.

La semilla de Mobel, en una tienda de deportes.

Bartolomé venía, de hecho, del entorno del fútbol. “En esos momentos hacer deporte individual estaba mal visto. Recuerdo que a los que practicaban deporte en la calle, les llamaban desocupados. Eso, sin embargo, no nos hizo desistir, fuimos creando la necesidad, organizando competiciones de todo tipo y con la ayuda de mi mujer, Cati, abrimos una tienda de deportes que apostaba por tener las mejores marcas, seleccionando al máximo los productos”.

Así fue, a mediados de la década de los ochenta, Bartolomé Molino abría una pequeña tienda multideporte en el centro de Totana. Fue el germen, la semilla de un negocio que hoy camina por los 43 años. Un negocio que “comenzó siendo un sueño desde cero”, situado junto al parque Municipal y con una superficie de unos 100 metros cuadrados.

Y llegó el primer taller.

A finales de los ochenta, Bartolomé inauguró un pequeño taller, cerca del actual emplazamiento de Mobel. Se trataba de un centro de confección y estampación de camisetas. Fue una evolución natural “fruto del conocimiento y la experiencia que nos aportaba la tienda -prosigue Bartolomé-, y siendo conscientes de que el mercado tenía unas necesidades que cubrir”. De ahí surge la “primera fábrica”.

La misma se instaló en un espacio de unos 100 metros cuadrados que “había en casa de mi suegro. Instalamos varias máquinas de coser y otra de serigrafía. Al principio, fue muy difícil, todo lo que el negocio aportaba lo reinvertíamos en el mismo. Una vez vimos que empezaba a consolidarse, alquilamos un espacio unas cinco veces más grande y posteriormente compramos la nave en la que hoy nos encontramos”.

Entonces los deportes de referencia eran el baloncesto, futbol y vóley, y Mobel trabajaba intensamente en ligas locales y no sólo en ropa deportiva, también en la de calle, desde chándales a bermudas y polos. En 1995 se produjo un hecho importante, un primer giro de tuerca hacia el presente, pues la fábrica se ampliaba y se entraba a producir ropa de running y ciclismo.

Cinco años después, la expansión nacional ya era un hecho, llegando a vestir equipos de la segunda división de fútbol como el Cartagena, Xerez, Burgos y Salamanca, junto a otras escuadras de Liga ACB. En el ticket entran también uniformes para entes como la UCAM – Universidad Católica San Antonio de Murcia.

Eran años dorados para el producto fútbol y los deportes de equipo, pero ya existía una incipiente demanda en ciclismo y atletismo, entonces deportes de nicho, pero con potencial, como veremos.

La apuesta por el deporte individual y… el ciclismo.

“El mercado se había vuelto muy competitivo -entra a comentar Adrián Molino-. Se juntó un poco todo, la crisis económica y la competencia china que pasaba factura. Competir en el multideporte se había vuelto imposible, había que plantear un cambio de estrategia”.

Ésta siempre tuvo un motor, el “made in Spain”, y potenció todo aquello que tuviera que ver con los deportes individuales, en especial el ciclismo, running y triatlón.

“Los cambios siempre son difíciles y llevan un tiempo. Era dejar de hacer muchas de las cosas que veníamos haciendo, hubo un gran trabajo, tanto en operativa como en procesos y psicología de nuestra gente” prosigue Adrián, convencido que en deportes como el ciclismo, triatlón y running, el usuario apreciaba mejor la calidad.

Ahora el ciclismo es el rey.

Salvado el primer ciclo, 2012 marcó los primeros beneficios tangibles del giro de la empresa. Entre los tres nuevos deportes que centraban la actividad de Mobel, el ciclismo crecía de forma exponencial. “Las grupetas querían ir uniformadas” recuerda Adrián, convencido de que el cambio era el bueno. Y es que “el ciclista demandaba unas equipaciones personalizadas y de calidad”.

Así las cosas, en 2014, el ciclismo ya significaba la mitad de los ingresos de Mobel, con los años esa importancia escalaría hasta el 80%, nada menos, lo que implicó más patronistas y diseñadores y en definitiva mayor capacidad productiva.

Mobel empezó a vestir sus primeros equipos profesionales en 2015. Uno de los primeros fue el Vicma Bike Team, origen del medallista olímpico David Valero, también vinieron algunos equipos continentales y el Burgos BH, equipo español profesional que disputó varias Vueltas a España vestidos por Mobel.  

La internacionalización de la marca apuntó a Reino Unido y Francia, pero también a mercados como el austriaco y el polaco. En 2020, los efectos de la pandemia se dejaron sentir, positivamente, más gente empezó a hacer deporte incrementando el volumen de producto.

Desde 2012, el cambio propiciado por el giro de la estrategia de Mobel ha traído un crecimiento medio del 15% en la facturación anual desde entonces, aumentando en un tercio su cantidad de empleados, muchos de ellos de larga duración.

Hoy Mobel está en las mejores carreras del mundo y mira al futuro con sus raíces bien asentadas en el custom pero con la certeza de que la colección va a seguir creciendo.

Bartolomé Molino

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