El sufrimiento es lo peor que nos puede suceder y de esto saben mucho en los centros hospitalarios. Especialmente, si las personas ingresadas saben que están asistiendo a su final en la tierra, si saben que se están muriendo. Es imprescindible paliar este tipo de situaciones con apoyo psicológico y atención especializada.
Por otra parte, ya estamos en una sociedad en la que los dispositivos y apps funcionan como elementos de control de la salud de los ciudadanos que los usan. Parece que está surgiendo una especie de empoderamiento del paciente a través de estos medios electrónicos.
Ahora bien, es necesario distinguir las virtualidades de Internet y los posibles peligros al buscar información sobre enfermedades, tratamientos, etc., en los soportes digitales con los buscadores. En Internet aparece mucha información falsa que causa errores. Además, no todo lo que está en la red relativo a temas de salud está verificado y corroborado. Y se pueden producir muchas confusiones en los internautas en relación con lo que se puede interpretar sobre las indicaciones, efectos y contraindicaciones de medicamentos y también acerca de síntomas, tratamientos, etc.
De todos modos, es cierto que un 60% de la población consulta información sobre salud y una de cada cinco personas se informa a través de las redes sociales. Aunque conviene darse cuenta y ser consciente de que la información de los médicos es la auténticamente relevante, ya que la ingente cantidad de contenidos que ofrece Internet debe ser interpretada y valorada de modo correcto, preciso, racional y coherente y esto no está al alcance de todos los individuos. Entre otras razones, porque no son especialistas en medicina, como es lógico.
En caso de duda, siempre lo más prudente es preguntar a los profesionales de la salud. Ciertamente, no se sabe bien lo que representa la salud hasta que se pierde. Los problemas de la vida se convierten en granos de arena, si falta la salud o existe riesgo de muerte. En los hospitales los pacientes saben de esto, porque lo viven directamente.
Los dispositivos electrónicos que controlan las funciones corporales son cada vez más utilizados por muchas personas al practicar deporte y en su vida cotidiana. La monitorización de las constantes vitales es algo que, si los individuos viven lejos de los centros médicos está bien para evitar riesgos innecesarios y problemas. También permite mantener con más facilidad unos hábitos de vida saludables. Aunque esto es posible sin smartphones y apps que nos ayuden. Lo fundamental es ser consciente de lo que cada uno debe hacer para no perjudicar su organismo.
La calidad de vida y la duración temporal de la misma pueden aumentar significativamente con estos dispositivos inteligentes que chequean el cuerpo. Si bien, en muchos casos, siendo racionales no son necesarios. Creo que depende de la actitud y el carácter de cada persona. No niego que en determinadas situaciones pueden ser lo más adecuado para asegurar una mejor supervisión de ciertos pacientes.
La salud puede ser controlada digitalmente y esto es un gran avance. Estimo que es mejor aumentar la calidad de vida, aunque vivir más años en peores condiciones, si no existe solución, es racional, porque la otra opción sería la muerte. Es verdad que también existe el derecho a la muerte digna y los comités deontológicos en los hospitales. Considero que, tanto la esperanza de vida como su calidad, deben seguir aumentando con las nuevas tecnologías aplicadas a los sujetos.
La digitalización de las entidades sanitarias es algo absolutamente esencial porque mejorará la gestión y puede salvar vidas y lograr que la gente viva hasta edades más avanzadas.
Puesto que un seguimiento más minucioso y exhaustivo de los avatares de la historia médica de cada usuario del sistema de salud pública produce beneficios indudables a corto, medio y largo plazo.